jueves, 20 de noviembre de 2008

...y rosas de Picardía

El nro 12 de Skorpio (septiembre del '75) nos trae una historia de "El Corto Maltés" que realmente es imperdible. Este episodio pertenece a “Las Célticas”. Su publicación original data de 1972 en la revista Pif Gadget. Se llama "Côte de Nuits y rosas de Picardía", que no debe ser traducido literalmente, sino que hay que analizarlo un poco. Côte de Nuits es una región del norte de Côte d’Or (al norte de Lyon, al sureste de París, casi en la frontera con Alemania), donde se producen, dicen, los mejores vinos de Borgoña. De ahí que en la traducción de la historieta en España, se haya titulado “Vinos de Borgoña y rosas de Picardía”. En Record, la primera mitad del título no se tradujo. Lo cual me parece correcto.

¿Por qué Côte de Nuits? Porque la historia empieza en Francia, durante la primera guerra mundial, con un par de locos soldados australianos, tratando de que el Corto abra (y comparta) sus botellas de buen Borgoña con ellos. El argumento que exponen al incrédulo personaje de Pratt es que uno de ellos cuando está borracho puede acertarle a cualquier cosa con su rifle. Para el caso, “cualquier cosa”, es nada menos que el Fokker DR I de Manfred Von Richtofen, el Barón Rojo, que anda sobrevolando la zona, sin saber que la muerte le está esperando.

Esa es una parte de la historia. La otra trata justamente de este Barón, de la relación edípica que mantiene con su madre (Sí mamá, todo bien, Lothar está bien...) y de la relación no tan edípica que mantiene con sus víctimas o enemigos.

¿Por qué rosas de Picardía? Porque el buen Barón Rojo, cuando bajaba algún avión enemigo y la situación lo permitía, aterrizaba al lado del avión recién ultimado y le dejaba al piloto sobre su cuerpo inherte un ramo de rosas de la región de Picardía. Gesto caballeresco que pronto, en la misma primera guerra ya sería obsoleto. Quizá es un poco lo que nos quiere demostrar Pratt en esta historia. La muerte de la caballerosidad entre los gladiadores del aire representada por la muerte del Barón Rojo.

Es bastante cómica la charla telefónica (producto de un regalo que le hace su oficial junto con sus compañeros, al Barón con motivo de su cumpleaños) con mamá Richtofen, la promesa de enviarle la matricula del avión derribado (otra más y van...) y la preocupación de esta por Lothar el hermano menor (y compañero de ala) de Manfred. El Barón rojo cuando bajaba a dejarle las rosas al piloto caído, cortaba la matrícula del avión derribado para llevarla como recuerdo. Esto de coleccionar matrículas o emblemas de aviones derribados era una práctica bastante común entre los pilotos de combate. Incluso entre los de la segunda guerra mundial. Basta con ver una foto de algún club de pilotos durante cualquiera de las dos guerras. Verán que las paredes tienen colgados de cuadros varios de estos souvenir bélicos.

La cosa es que tantas vueltas da por el aire, que varios se aprestan a bajarlo como sea. Ingleses, australianos, norteamericanos. Todos tiran al aire con sus ametralladoras y fusiles. Incluso el amigo del Corto, totalmente borracho, tanto que tiene que ser ayudado por su compañero y por el Corto para dirigir el caño del fusil hacia el avión pintado de rojo. Dispara un solo tiro. El Corto se queja por haber desperdiciado su tiempo, la bala y las dos botellas de buen borgoña.


De repente el avión cosido a balazos baja abruptamente hasta detenerse. Todos se dirigen al triplano para ver la muerte del guerrero. Descubren que, a pesar de que el aeroplano presenta numerosos agujeros de bala, el piloto solo tiene una herida mortal. El Corto se sorprende sin creer aún demasiado, su amigo está seguro que fue su compañero el que le acertó. El resto de los soldados saquean el cuerpo indefenso de Richtofen. Cuando regresan al trailer del Corto descubren que el bombardeo de los alemanes (para proteger el cuerpo del aviador) lo destruyó por completo matando al supuesto “killer” del Barón Rojo. Irónicamente piensan que si no hubiera estado tan borracho podría haberse salvado. Claro que en ese caso no hubiera matado al aviador.

A pesar del saqueo del que se vio víctima, Richtofen fue enterrado por sus enemigos con todos los honores militares como muestra de respeto hacia el mayor as de la aviación de la I Guerra Mundial.

Para terminar, observan en el aire que un nuevo “caballero” ha tomado el lugar del Barón Rojo. Nada menos que Hermann Göering. Futuro creador de la Luftwaffe Nazi y mano derecha del Fhürer durante el III Reich. Y es verdad, dado que fue el mismo Göering quien tomó el mando de la Jasta11 a la muerte de su jefe, el Barón Rojo.

Como siempre Pratt nos muestra el costado oscuro de la guerra, sin dejar de lado cierta irónica y ácida comicidad. Incluso hasta el final. Es una historia que se disfruta de principio a fin. Y el dibujo... qué se puede decir de Pratt como dibujante que no se haya dicho ya. Mejor veamos algunas de las muestras aquí representadas. Sin palabras para describir semejante obra del noveno arte.

2 comentarios:

Felipe R. Avila dijo...

excelente nota doble entre la maqueta y al historieta, la que vos sabés, es mi preferida de Corto Maltés...

Sr. Cairo dijo...

Ajá?
Yo pensé que la que más te gustaba era la de los duendes.
"Sueño de una mañana de invierno" de la Skorpio #11.
Bueno, en realidad toda "Las célticas" y "Las Etiópicas" son de lo mejorcito.

Un abrazo,
Marcelo