miércoles, 11 de mayo de 2011

El Eternauta – Precuelas: Alguien Los Vio

EL ETERNAUTA – PRECUELAS:
ALGUIEN LOS VIO
Primera Parte. Día 3.
Los vi en uno de mis viajes.
Son Ellos, el Odio Cósmico. El azote de Dios en las inmensidades del espacio.
Cuando atacan lo hacen con total decisión. No perdonan. No perdonaron a los manos, ni a los gurbos. Ni siquiera perdonaron a los pacíficos cascarudos. A todos los usan para sus fines bélicos.

Apenas pude escapar cuando los vi. La cosmonave de ellos tardó en reaccionar y eso me dio una leve ventaja. Pero temo que me hayan seguido. Temo que hayan descubierto el paraíso que es la tierra.

Ni siquiera estuve tranquilo cuando aterricé la torre en la casa de San Isidro. Ni siquiera me tranquilizaron los mates del amigo Luna. Siento la electricidad en el aire. Siento culpa de haber traído al Odio Cósmico hasta nuestro planeta.

No le cuento a Luna. No conviene. Sería preocuparlo demasiado. Lo que tengo que hacer es contactarme con el grupo que me señaló la supercomputadora de la cosmonave.

Es un grupo de gente que ya peleó contra unos invasores hace muy poco. Apenas unos tres o cuatro años. Pero estos invasores son infinitamente más poderosos que aquellos. De todos modos, si puedo darles una mano, si puedo advertirles, tal vez consigamos armar un frente contra la invasión que viene. Tengo que contactarlos cuanto antes.

Tengo miedo. Los pargas son infantes al lado del Odio Cósmico. Tengo que saber cómo jugar bien las cartas que tengo.

Segunda Parte. Día 10.
Todo fue inútil. Traté de contactar a Rolo. Él y sus amigos estuvieron incluso peleando en Marte, contra los pargas. Su experiencia era necesaria. Pero todo fue inútil.

Me levanté temprano y desayuné con Luna. El fin de semana pasado, mientras tomábamos unos mates le hice el comentario de que tenía que contactar con el grupo por una tarea sumamente importante. No le mencioné cual, porque no quiero que se asuste. Esto es mucho más pesado que todo lo que hemos enfrentado anteriormente. Luna contrariamente a lo que ocurre siempre no demostró curiosidad. Simplemente me dejó ir, mientras él se ocupaba de las tareas de botánica en el jardín de la casona.

Cuando llegué al club, me llamó la atención el horror que se vivía. Hacía unas horas que había quedado un terreno baldío en el lugar. Todo olía a quemado. Algunos dicen que fue un escape de gas. Otros, que pareció una bomba. La cosa es que hacía unas pocas horas el club había volado por los aires.

Los bomberos pudieron encontrar los restos de cuatro cadáveres. Respondían a las descripciones de “Fideo” Ribas, tipógrafo y secretario del club; el tesorero “Crema” Pérez y “Mediavaca” Arrastía, un peón de frigorífico. Estos eran los posibles identificados. Había otro, que podía ser el presidente Rolo o el vicepresidente "Fierro" Lara. Ambos tienen una contextura parecida.

Me di cuenta que tenía que contactar al sobreviviente. Para eso me dirigí a la escuela donde Rolo es maestro. Allí la desazón se confirmó. Me informaron que Rolo fue víctima de un robo hace dos días. Perdió la vida por un disparo al pecho.

Evidentemente esto no es casualidad. Alguien estaba interesado en que no contactara a este grupo. El cerco se cierra y las posibilidades se limitan cada vez más.

Tercera Parte. Día 20.
Estuve consultando la supercomputadora de la cosmonave. Hay una esperanza. Muy baja, muy pequeña, pero esperanza al fin. Podría tener un aliado.

En Inglaterra. Existe un hombre aparentemente inmortal que ha transitado a través de los tiempos. Desde la batalla de las Termópilas hasta la de Verdun. Se llama Mort Cinder. Creo que podré contactarlo. El problema es que aún no despierta de su último sueño. Cae en un sueño profundo. Una muerte. Hasta que algo lo despierta. Si pudiera llegar hasta él, sería un aliado excepcional.

Tengo que hacer ese viaje para buscarlo.

Cuarta Parte. Día 45.
Otra esperanza trunca. La tumba de Mort Cinder fue descubierta y su cuerpo fue destrozado. No hay manera ni remota, de que vuelva a la vida nuevamente. Aparentemente un científico que está en contacto con el Odio Cósmico, lidera un grupo de humanoides. Unos seres que alguna vez fueron humanos y hoy transitan por la vida con ojos de plomo. Hombres robots que obedecen a su creador. Ellos lo identificaron y en unos instantes toda una trayectoria de siglos, de milenios, dejó de existir como un suspiro.

Cuando llegué a las afueras de Londres con mi cosmonave me enteré de esta triste noticia. Al mismo tiempo y no entiendo aún (y no creo que vaya a entender alguna vez, dado el poco tiempo del que dispongo) un anciano anticuario fue muerto a garrotazos por estas bestias. Se llamaba Ezra Winston. No entiendo la conexión, aunque sospecho que algo iban a tener algo que ver estos dos en un futuro no muy lejano. Tengo la impresión que se ha alterado el continuum, con lo cual ese futuro ya es imposible. Ahora todo se hace inútil. Debo volver a San Isidro cuanto antes.
Los tiempos se acortan y yo voy de fracaso en fracaso.

Quinta Parte. Día 120.
Pude consultar nuevamente la supercomputadora de la cosmonave. Existe un grupo de personas que pueden ayudarme. La esperanza es muy débil pero existe. Si puedo alertarlos de algún modo, tal vez puedan ser útiles. Son personas comunes. Un tornero, un pequeño fabricante de transformadores, un profesor universitario... gente aislada pero con muchísimo potencial.

Pero antes de esto debo contactar a otra persona mucho más valiosa. Más que otra persona, es otra versión de la persona que formará parte de ese grupo. Existe una anomalía en los continuum espacio temporales. Alterar esto es un problema muy grave para el Universo. Pude captar la anomalía con la supercomputadora. Debo interceptar a este individuo, un escritor, para que me ayude con su otro yo y con sus amigos. Estoy seguro que si los pudiera juntar, y de hecho soy muy capaz de hacerlo, tendrían grandes posibilidades de triunfar. No sin un gran esfuerzo y pérdida de vidas. Pero seguro que es más que la esperanza que tendrán si no lo hago.

Me decido a explicarle esto al amigo Luna. Mañana temprano. Él seguro que me ayudará en la tarea que tengo por delante. Necesitaré toda la ayuda posible.

Sexta Parte. Día 121.
El cuerpo yace al lado de la supercomputadora. Dentro de la cosmonave. Está tirado y con la cabeza rota. Del cráneo abierto sale un líquido espeso color rojo oscuro y parte de la masa encefálica se desparrama por el piso. El hombre a su lado tiene en sus manos el atizador de la chimenea de la residencia. Se frota la nariz. Luego se acerca a la supercomputadora y radia el mensaje a la flota invasora. Si pudiera leerse en un lenguaje que todos entendiéramos diría:

"Ya terminé con el obstáculo que se oponía a nuestros planes. El sujeto está eliminado. No tiene sentido que prosiga con mi disfraz de Julio Luna. Me lo quitaré y partiré con la cosmonave hacia ustedes. El grupo no ha sido alertado. Desgraciadamente no pude averiguar la posición para ultimarlos. Pero considero que no serán demasiado escollo para la invasión dado que ignoran los detalles. La invasión puede proseguir sin retrasos. En los próximos días estaré nuevamente con ustedes para asumir mi posición de combate. Hasta la victoria!"

Hecho esto, Luna se saca el disfraz que lo contiene y se prepara para partir, pensando que la invasión, en gran parte gracias a él, será todo un éxito.

FIN

1 comentario:

Felipe Ricardo Ávila dijo...

EXCELENTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE